Los edulcorantes artificiales, utilizados como ayuda para controlar el
peso y prevenir la diabetes, en realidad podría acelerar el desarrollo
de intolerancia a la glucosa y la enfermedad metabólica al cambiar la
composición y función de la microbiota intestinal, la importante
población de bacterias que residen en nuestros intestinos, según
concluye una investigación realizada en ratones y seres humanos y que se
publica este miércoles en Nature.
Entre otras cosas, según explica el director de la investigación, el
doctor Eran Elinav, del Departamento de Inmunología del Instituto
Weizmann, en Israel, junto con el profesor Eran Segal, del Departamento
de Matemática Aplicada e Informática, el uso generalizado de los
edulcorantes artificiales en las bebidas y los alimentos pueden
contribuir a la obesidad y la epidemia de diabetes que está afectando a
gran parte del mundo.
Durante años, los investigadores han estado desconcertados por el hecho
de que los edulcorantes artificiales no calóricos no parecen ayudar en
la pérdida de peso y algunos estudios han sugerido que incluso pueden
tener un efecto contrario. Por lo general, se cree que la intolerancia a
la glucosa ocurre cuando el cuerpo no puede hacer frente a grandes
cantidades de azúcar en la dieta, siendo el primer paso en el camino
hacia el síndrome metabólico y la diabetes del adulto.
El estudiante de posgrado Jotam Suez en el laboratorio de Elinav, quien
condujo el estudio, colaboró con los estudiantes de posgrado Tal Korem y
David Zeevi, en el laboratorio de Segal, y Gili Zilberman-Shapira en el
laboratorio de Elinav, en el descubrimiento de que los edulcorantes
artificiales, a pesar de no contener azúcar, tienen un efecto directo
sobre la capacidad del cuerpo para utilizar la glucosa.
Los científicos dieron a los ratones agua mezclada con los tres
edulcorantes artificiales más utilizados en las cantidades equivalentes a
los permitidos por la agencia estadounidense del medicamento (FDA, por
sus siglas en inglés). Estos ratones desarrollaron intolerancia a la
glucosa en comparación con ratones que bebieron agua o, incluso, agua de
azúcar. Repetir el experimento con diferentes tipos de ratones y
distintas dosis de los edulcorantes produjo los mismos resultados: estas
sustancias inducen de alguna manera intolerancia a la glucosa.
A continuación, investigaron la hipótesis de que la microbiota
intestinal está involucrada en este fenómeno y pensaron que las
bacterias pueden hacer esto por reacción a las nuevas sustancias como
edulcorantes artificiales, que el propio organismo no puede reconocer
como "alimento". De hecho, los edulcorantes artificiales no son
absorbidos en el tracto gastrointestinal, pero al pasar por él
encuentran billones de bacterias de la microbiota intestinal.
Cambios profundos en las poblaciones bacterianas
Los investigadores trataron a ratones con antibióticos para erradicar
muchas de sus bacterias intestinales, lo que provocó una reversión
completa de los efectos de los edulcorantes artificiales sobre el
metabolismo de la glucosa. Después, transfirieron la microbiota de los
roedores que consumieron edulcorantes artificiales a ratones libres de
gérmenes, lo que resultó en una transmisión completa de la intolerancia a
la glucosa a los ratones receptores.
Esto, en sí mismo, era una prueba concluyente de que los cambios en las
bacterias intestinales son directamente responsables de los efectos
nocivos para el metabolismo de su anfitrión. Incluso, el equipo encontró
que la incubación de la microbiota fuera del cuerpo, junto con
edulcorantes artificiales, fue suficiente para inducir la intolerancia a
la glucosa en los ratones estériles.
Un análisis detallado de la microbiota en estos ratones reveló cambios
profundos en sus poblaciones bacterianas, incluyendo nuevas funciones
microbianas que son conocidas por inferir una propensión a la obesidad,
la diabetes y las complicaciones de estos problemas en ratones y seres
humanos.
Para ver si esto sucedía también en el microbioma humano, Elinav y Segal
analizaron los datos recogidos de su Proyecto de Nutrición
Personalizada, el mayor ensayo en humanos hasta la fecha para ver la
conexión entre la nutrición y la microbiota. Aquí, descubrieron una
asociación significativa entre el consumo de edulcorantes artificiales,
configuraciones personales de las bacterias intestinales y la propensión
a la intolerancia a la glucosa.
Después, estos expertos llevaron a cabo un experimento controlado,
pidiendo a un grupo de voluntarios que por lo general no comen o beben
alimentos endulzados artificialmente que los consumieran durante una
semana y luego les realizaron pruebas para ver sus niveles de glucosa,
así como sus composiciones de microbiota intestinal.
Desarollo de intolerencia una semana después
Los hallazgos mostraron que muchos, pero no todos, los voluntarios
habían empezado a desarrollar intolerancia a la glucosa después de sólo
una semana de consumo de edulcorantes artificiales. La composición de su
flora intestinal explicó la diferencia: los investigadores hallaron dos
poblaciones diferentes de bacterias del intestino humano, una que
induce intolerancia a la glucosa cuando se expone a los edulcorantes y
otra sin ningún efecto en ambos sentidos.
Elinav cree que ciertas bacterias en los intestinos de las personas que
desarrollaron intolerancia a la glucosa reaccionaron a los edulcorantes
químicos mediante la secreción de sustancias que luego provocan una
respuesta inflamatoria similar a la sobredosis de azúcar, promoviendo
cambios en la capacidad del cuerpo para utilizar el azúcar.
"Los resultados de nuestros experimentos resaltan la importancia de la
medicina personalizada y la nutrición para nuestra salud en general.
Creemos que un análisis integrado de grandes datos individualizados de
nuestro genoma, microbioma y los hábitos alimenticios podría transformar
nuestra capacidad de entender cómo los alimentos y los suplementos
nutricionales afectan a la salud y el riesgo de la enfermedad de una
persona", sugiere Segal.
"Nuestra relación con nuestra propia mezcla individual de bacterias
intestinales es un factor muy importante en la determinación de cómo los
alimentos que comemos nos afectan. Especialmente interesante es la
relación entre el uso de edulcorantes artificiales, a través de las
bacterias en nuestros intestinos, con una tendencia a desarrollar los
mismos trastornos para los que fueron diseñados para evitar, lo que
exige una reevaluación del consumo masivo de hoy en día sin supervisión
de estas sustancias", concluye Elinav. Fuente: Jano.es
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