Una nueva estrategia basada en la terapia génica de combinación se ha ensayado para tratar a cuatro pacientes infectados por el VIH con resultados positivos de seguridad y viabilidad.
Una solución para los pacientes infectados por el virus del sida podría
venir no de los fármacos ni de una vacuna sino de la terapia génica. El
VIH infecta sobre todo a linfocitos CD4 y monocitos, por lo que un gen
terapéutico debería insertarse en dichas células o en las que dan lugar a
ellas, las hematopoyéticas pluripotenciales, y dotarlas de mecanismos
que eviten la entrada del virus; así se conseguiría una protección
mantenida en el tiempo. Se han propuesto diversas aproximaciones
antivirales de terapia génica, pero por primera vez un grupo de
científicos, encabezados por David L. DiGiusto, del Departamento de
Hematología y Trasplante Celular Hematopoyético en el Centro Médico City
of Hope (Duarte, California), ha probado la seguridad y viabilidad de
una estrategia basada en tres genes en pacientes con el VIH, según
publica hoy Science Translational Medicine.
Los cuatro pacientes incluidos en el estudio presentaban un linfoma,
así que se aprovechó el necesario autotrasplante de células
hematopoyéticas para introducir la terapia génica. En una pequeña parte
de las células progenitoras que se iban a reinfundir, los investigadores
transdujeron vectores lentivirales que expresaban tres moléculas de ARN
con efecto antiviral: un gen ribozima del tipo horquilla (hairpin)
que actúa sobre los genes reguladores virales tat y rev; señuelos del
transactivador del virus TAR y la ribozima CCR5. Los análisis in
vitro indicaron que estas células modificadas genéticamente no
mostraban diferencias en su potencial hematopoyético frente a las
células madre no transducidas. Finalmente, los científicos reinfundieron
las células, las modificadas y las normales a los cuatro pacientes.
Ninguno de los pacientes mostró señales de toxicidad y las
células de los cuatro presentaron indicios de los genes antivirales
transducidos e incluso aumentaron las cantidades de esas señales en dos
de los pacientes dieciocho meses después del tratamiento.
Vector lentiviral Un dato aún más
prometedor de este estudio es el hecho de que las células sanguíneas
expresaron dichos genes anti-VIH hasta dos años después del
autotrasplante. Además, transcurrido este tiempo no se ha descrito
ningún signo de cáncer asociado con el vector utilizado -uno de los
riesgos que se asocia con la terapia génica- probablemente porque el
vehículo empleado en este caso, lentiviral, no tiende a integrarse en
regiones genéticas comprometedoras del hospedador. De hecho, este
trabajo es uno de los primeros en los que se ensayan este tipo de
vectores en pacientes. Todos estos resultados indican que el
procedimiento es aparentemente seguro y que las células a las que se les
ha dado nuevo material genético vía terapia genética pueden sobrevivir
una vez reimplantadas en el paciente.
- A los dos años del autotrasplante de
células madre se observaba la expresión de los genes introducidos sin
signos de toxicidad ni cáncer
Los autores destacan que ahora deben comprobar que las
células modificadas genéticamente permanecen activas y no son destruidas
por el organismo. El siguiente desafío es asegurarse de que las células
madre comienzan a dividirse y que sus hijas contienen y
utilizan el gen protector contra el VIH.
En un artículo de revisión en la misma revista, Priya Shah y
David V. Schaffer, ambos profesores de la Universidad de California en
Berkeley, analizan las posibilidades de la terapia génica como
tratamiento a largo plazo en la infección por el VIH, así como las
implicaciones de este estudio en la investigación en general sobre
tratamientos genéticos.
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