Si alguna vez sentiste que tu bebé se daba cuenta cuando habías hecho
algo malo a escondidas tenías razón. Investigadores estadounidenses
descubrieron que niños de sólo seis meses son capaces de hacer juicios
morales.
Los seres humanos nacemos con un código ético preestablecido en nuestros
cerebros, aseguró el equipo de Paul Bloom, psicólogo en el Infant Cognition
Center de la Universidad de Yale en Connecticut.
El centro que estudia la evolución, las habilidades y el aprendizaje de
los más pequeños, utilizó la capacidad para diferenciar entre
comportamiento útil e inútil como indicador del juicio moral, publicó el
diario ABC.
Los resultados contradicen las teorías de Sigmund Freud y otros
investigadores, que pensaban que los seres humanos llegan a la vida como
si fueran un lienzo en blanco.
En un primer experimento, se les mostró en repetidas ocasiones a bebés
de entre seis y diez meses un sencillo espectáculo de marionetas de
madera. Una bola roja intenta subir una colina y es ayudada a veces por
un triángulo amarillo, que la empuja por detrás. Otras veces, la bola
roja se ve obligada a bajar la colina por culpa de un molesto cuadrado
azul que le causa problemas.
Después de ver los títeres, a los bebés se les pedía elegir un
personaje. Una mayoría abrumadora, 80%, eligió la figura útil.
"Escogieron al buen tipo, afirma Bloom.
En otro experimento, a los bebés se les enseñó una marioneta con forma
de perro de juguete. El perro intenta abrir una caja. Un oso de peluche
amigable le echa un cable, pero otro oso se sienta encima para
impedirlo. Después de ver la escena por lo menos una media docena de
veces, a los niños se les dio la oportunidad de elegir a uno de los dos
ositos. La mayoría prefirió quedarse con el peluche colaborador.
Por último, un tercer experimento de marionetas: un gato juega a la
pelota en compañía de dos conejos. Cuando la pierde, uno de los conejos
recupera la pelota y se la devuelve, pero el otro la roba y se escapa
con ella. En este caso, los niños de cinco meses escogieron al conejo
útil. Los de 21 meses fueron más allá e incluso dieron un manotazo en la
cabeza al conejo ladrón.
Los autores del estudio creen que los padres se preocupan mucho por
enseñar a los niños la diferencia entre el bien y el mal, pero "quizás
sea algo con lo que los bebés ya vengan al mundo. Por si acaso, procure
ser un ciudadano ejemplar delante de su hijo. Nunca estará de más".
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