Todo empezó gracias a un falló en el ordenador. Al profesor Lawrence
Steinman, un prestigioso neurólogo dedicado a la esclerosis múltiple,
le diagnosticaron hipertensión. Al llegar a casa, tecleó en su
ordenador el nombre del tratamiento que le acababa de recetar su médico
y, para su sorpresa, la pantalla le dio la pista para emprender una
investigación que ahora acaba de ver la luz en las páginas de la
revista 'Proceedings of the National Academy of Sciences'.
El ordenador de este científico se empeñaba machaconamente en añadir
las palabras 'esclerosis múltiple' a cualquier búsqueda que él
realizara en Internet. Por eso, al teclear el medicamento que debía
tomar para bajar la tensión, lisonipril, descubrió algunos estudios
anteriores que relacionaban una enzima alterada en la hipertensión
sobre la que actúa el fármaco (la angiotensina) con la enfermedad
neurológica de la que él es especialista.
Steinman, profesor en la Universidad de Stanford (en EEUU), se
planteó entonces si el mismo fármaco que toman millones de personas en
todo el mundo para bajar la tensión arterial, podría tener algún efecto
en la esclerosis, una enfermedad autoinmune, inflamatoria y degenerativa que hace que el propio organismo ataque las capas de mielina que recubren los circuitos neuronales.
Propiedades antiinflamatorias
El vínculo entre ambas patologías parece ser la angiotensina, una hormona que ayuda a regular la presión arterial. Lisonipril bloquea la sobreactivación de esta sustancia en hipertensos, pero tiene además propiedades antiinflamatorias.
"El principal sistema fisiológico que controla la tensión arterial
también empeora la inflamación en el cerebro de pacientes con
esclerosis", explica Steinman a elmundo.es; "y los fármacos que
bloquean la angiotensina también podrían beneficiarles; aunque aún habrá que comprobarlo mediante ensayos clínicos".
Primero en muestras de tejido de fallecidos con esclerosis múltiple
y después con modelos de ratones de laboratorio genéticamente
modificados, Steinman se dispuso a confirmar su hipótesis. "La
esclerosis y la ateroesclerosis [el bloqueo de las arterias en el que
puede desembocar tener tensión alta], comparten algo más que la
terminación de las dos palabras", asegura convencido el investigador.
Pendiente de ensayos clínicos
En tejido cerebral obtenido de autopsias, el neurólogo comprobó que
las lesiones causadas por la esclerosis mostraban niveles muy elevados
de angiotensina. Posteriormente, administrando a los roedores una dosis del antihipertensivo similar a la que tomaría un paciente humano, observó
que pese a tener esclerosis, los animales no sufrían la evolución hacia
la parálisis característica de este mal neurodegenerativo. Incluso en
animales que ya habían desarrollado los síntomas, el tratamiento
consiguió revertir la parálisis de los animales.
De momento, sin embargo, el neurólogo insiste en que se trata de
resultados preliminares, llevados a cabo con animales. Harán falta
muchos ensayos más en humanos antes de poder asegurar que el fármaco
antihipertensivo puede ser útil de alguna manera para pacientes con
esclerosis múltiple. De hecho, explica el autor, habría que probar si
se puede emplear junto a otros medicamentos neurológicos para alcanzar
mayores beneficios.
Gracias a las conclusiones de esta investigación, Steinman puede
presumir de ser a la vez el padre de uno de los medicamentos más
modernos y caros para la esclerosis (natalizumab), como de haber
hallado una posible vía, sencilla y barata, gracias al antihipertensivo
lisonipril. “Siempre es bueno mirar nuevas posibilidades”, concluye. Comentarios reservados a usuarios registrados. Por favor ingrese al sistema o regístrese. Powered by AkoComment! |