Las páginas de la revista 'The Lancet' recogen un importante paso en pos de la cifoplastia, una técnica mínimamente invasiva empleada para reparar fracturas vertebrales. Se trata del primer ensayo clínico que compara este procedimiento con el tratamiento habitual de estas lesiones y constata que reduce el dolor y mejora la calidad de vida de los pacientes.
Harán falta nuevos estudios que suplan sus carencias –como el hecho
de que cada paciente estuviera al tanto de la terapia que recibía- pero
algunos de los datos arrojados por este ensayo hablan de un "rotundo
éxito", en palabras de David Kallmes, de la Clínica Mayo (Rochester,
EEUU), y Jeffrey Jarvik, de la Universidad de Washington, firmantes de
un editorial acerca de este trabajo.
La cifoplastia,
una versión mejorada de la vertebroplastia, se utiliza para restaurar
vértebras fracturas por compresión (que se produce en columnas
afectadas por tumores u osteoporosis).
La técnica consiste en introducir en el cuerpo vertebral catéteres que
portan en su extremo unos balones desinflados. Una vez en el interior, se hinchan de forma que la vértebra recupera total o parcialmente su forma previa. Después, el hueco se rellena con un cemento viscoso para estabilizarlo.
Estudios anteriores han demostrado su utilidad a la hora de
disminuir el dolor y mejorar la movilidad y la calidad de vida de los
pacientes con este tipo de fracturas, cuyo tratamiento habitual
consiste en reposo, analgésicos y llevar un corsé. No obstante, nunca
se había hecho una comparación directa de la eficacia y seguridad de
ambas terapias, cosa que, precisamente, presenta el último número de 'The Lancet'.
Douglas Wardlaw, del Woodend Hospital de Aberdeen (Escocia) ha
dirigido este ensayo en el que tomaron parte 300 personas que padecían
entre una y tres fracturas vertebrales por compresión. La mitad se
sometió a una cifoplastia y los restantes al tratamiento común y se
vigiló su evolución durante los 12 meses siguientes.
Resultados esperanzadores pero no concluyentes
Utilizando escalas para medir las habilidades físicas, la calidad de
vida, el dolor y otros parámetros, los investigadores comprobaron que
al cabo de un mes, los pacientes que pasaron por el quirófano se encontraban mejor en todos los aspectos
en comparación con los demás participantes. Aunque estas diferencias,
significativas hasta los seis meses, se fueron atenuando más adelante y
algunas, incluso, desaparecieron. La cifoplastia hizo que mejoraran "más rápido" , apuntan los autores.
Esta mejoría se tradujo, según el trabajo, en que durante ese año de
seguimiento, la intervención hizo que estos pacientes tuvieran 60 días
menos de actividad restringida en comparación con el grupo de control.
"El mecanismo exacto de su capacidad para aliviar el dolor puede ser
la estabilización de las microfracturas, la lesión térmica del nervio
[que produce un bloqueo que resulta analgésico] u otros factores,
incluyendo el efecto placebo", señalan Kallmes y Jarvik. Para evitar
este último, cuya eficacia analgésica está avalada por varias
investigaciones, hay en marcha dos ensayos clínicos de doble ciego en
los que los participantes desconocen qué terapia van a recibir.
Por otro lado, "los demás beneficios potenciales de la cifoplastia
[frente a la vertebroplastia], como la recuperación de la altura, la
disminución del riesgo de fuga de cemento o la reducción de la tasa de
fracturas no se pueden demostrar con este estudio", concluye el editorial.
Esta técnica, como cualquier otra cirugía, implica una serie de
riesgos. Además de los derivados de la anestesia, existe la posibilidad
de que aparezcan filtraciones del cemento, que puede provocar problemas
locales (irritación de las raíces nerviosas o la médula) o sistémico
(embolias pulmonares). Algunos estudios hablan también de un incremento
del riesgo de fracturas en las vértebras adyacentes a las intervenidas.
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